La república era esto, de Alaa Al Aswani
Una narración poderosísima y un
testimonio imprescindible sobre Egipto, donde en la
actualidad el libro sigue prohibido.
El Cairo, enero de 2011. En la
estela de las primaveras árabes, el pueblo se manifiesta en la plaza Tahrir en
un intento de derrocar el régimen de Mubarak. Esta novela narra, con una
estructura coral, las vidas de varios egipcios en esos días de esperanza.
Entre los personajes que asoman
aquí hay una estudiante de Medicina cuyo padre dirige los servicios secretos;
su compañero de facultad, hijo de un modesto chófer; una profesora de inglés
que se niega a ponerse el velo; un ingeniero metido en luchas sindicales; el
responsable de una fábrica, que soñó ideales revolucionarios en la década de
los setenta del pasado siglo; un actor copto adicto al hachís; su esposa, que
lo detesta; una presentadora de televisión sin escrúpulos...
A través de estos y otros personajes,
el autor traza un completo y palpitante mapa de la compleja sociedad egipcia.
La novela indaga en la situación política y en las entrañas del país, con todas
sus contradicciones y paradojas. Una lectura imprescindible.
Contexto
histórico
La crisis política en Egipto de
2011, conocida internacionalmente como la Revolución egipcia, y también como la
Revolución de los jóvenes, consistió en una serie de manifestaciones callejeras
que comenzaron el martes 25 de enero de 2011 (el llamado Día de la Ira) y que
se difundieron por todo Egipto, llevada a cabo por diversos grupos sociales e
inspirada principalmente en la Revolución tunecina.
Las manifestaciones y revueltas
se originaron como una protesta por el exceso de brutalidad policial, las altas
tasas de desempleo, el deseo de aumentar el salario mínimo, la carencia de
viviendas y alimentos, la inflación, la corrupción, la falta de libertad de
opinión, las pobres condiciones de vida y las medidas contenidas en la Ley de
Emergencia.
La Ley de Emergencia, aprobada en
1967, suspendía los derechos recogidos en la Constitución. De acuerdo con esta
legislación, la policía contaba con unas facultades especiales y se establecía
la censura de los medios de comunicación. En el ámbito político, la ley
permitía al gobierno prohibir las actividades que considerara contrarias a sus
actuaciones, así como cualquier tipo de manifestación en su contra. Las
denuncias presentadas por los defensores de los derechos humanos señalaban que
se produjeron entre 5.000 y 10.000 detenciones arbitrarias solo en el año 2010.
El principal objetivo de los
manifestantes era forzar la dimisión del presidente Hosni Mubarak, que llevaba
en el poder casi 30 años. 18 días después del inicio de las protestas, el
viernes 11 de febrero, Mubarak finalmente dimitió.
Las manifestaciones iniciadas el 25
de enero de 2011 fueron calificadas como los acontecimientos más graves de la
sociedad civil en muchos años. A partir de julio del mismo año, se sucedieron
nuevas protestas que exigían la aceleración de la transición hacia la
democracia, hasta la celebración de elecciones el 21 de julio de 2011, en las
que fue elegido presidente Mohamed Morsi, candidato de los Hermanos Musulmanes.
De esta forma, los islamistas, cuyo papel en las protestas no había sido
protagonista, lograron alcanzar el poder en el país. Aunque no duró mucho tiempo
en el poder…
Análisis
de la novela
Durante toda la novela se plantea
una cuestión sobre la verdadera naturaleza del pueblo egipcio: ¿son sumisos
o revolucionarios?
Algunos de los personajes abogan
por la primera opción, mientras que otros confían en que las cosas pueden
cambiar, la voluntad del pueblo se impondrá y la revolución vencerá, tarde o
temprano. Es un interrogante que aun hoy en día está sin resolver… ¿Cuál será
el futuro de Egipto?
“¿Quieres
oír la verdad? El pueblo egipcio no va a levantarse, y si lo hace, fracasará su
revolución porque está asustado y sometido al poder. Esa es su naturaleza…
nosotros somos el único pueblo en la historia que considera a sus gobernantes
divinidades y, por ende, los adoramos. La cultura egipcia que heredamos de los
faraones no es más que la cultura de la sumisión a los faraones (…) El pueblo
egipcio vive enamorado del héroe, del dictador, y se siente seguro cuando se
somete a un poder autoritario.”
“La
rebeldía y las manifestaciones resultan algo antinatural para los egipcios.
Nosotros somos un pueblo sumiso que siempre ha respetado a sus líderes (…) lo
que ha ocurrido en Tahrir es algo anómalo para la mentalidad egipcia.”
Por otro lado, el autor describe cómo
se pone en marcha la maquinaria del Estado o del poder central a partir de las
manifestaciones de enero de 2011, tratando de llevar a cabo una
contrarrevolución que provoque la repulsa, por parte de la población civil, de
las huelgas y manifestaciones que tuvieron lugar durante la Revolución egipcia.
Se desarrolla un plan concienzudo que involucra el control de la policía, el
ejército, la manipulación de los medios de comunicación y de los jueces.
“Vuestra
labor es fabricar el cerebro del egipcio para formar sus opiniones.”
Lo más desagradable, sin duda,
son las torturas que sufren algunos de los personajes a manos de la policía y del
ejército, cómo se violan de manera sistemática los derechos humanos en Egipto,
cómo el fin justifica los medios, cómo los poderosos tienen carta blanca para
defraudar, robar, utilizar el tráfico de influencias e incluso asesinar sin que
les pase nada, mientras la población de a pie puede ser detenida y encarcelada
de manera arbitraria, torturada y asesinada.
¿Cuál será el futuro de Egipto?
10 años después de la Revolución no han logrado alcanzar sus objetivos:
democracia real, derechos humanos, libertad de expresión, salarios dignos…
Sigue habiendo represión y presos políticos. Veremos qué le depara el futuro y
si realmente la población egipcia da un golpe definitivo encima de la mesa y se
empodera.
Es el autor egipcio con mayor
proyección internacional desde Naguib Mahfuz. Dentista de formación, es un
incansable activista en favor de los derechos humanos. Tanto sus mordaces
artículos periodísticos como sus exitosas obras de ficción son una denuncia de
la corrupción, la hipocresía y las injusticias de la sociedad egipcia. Es autor
de las novelas El edificio Yacobián, Chicago, Deseo de ser egipcio y El
Automóvil Club de Egipto, todas ellas recibidas con un gran éxito comercial y
de crítica tanto en los países árabes como en Europa. Consagrado
internacionalmente gracias a esas obras, también ha publicado el ensayo Egipto:
las claves de una revolución inevitable.
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